Me cuenta mi amigo Angel que el año pasado en la carretera Plasencia-Jaraiz, ahí mismo donde han vuelto a atropellar un jabalí, se mató un motorista al chocar contra una cochina.
Mientras el ecoanimalismo anticaza se esfuerza en criminalizarnos, escondiendo el papel imprescindible que realizamos como la mejor herramienta de control, gestión y protección de la fauna salvaje, la realidad se encarga de mostrar la pobreza de sus argumentos, lo interesado de sus propuestas que solo esconden un afán desmedido por vivir del cuento.
Frente a un muerto en un accidente de tráfico contra un jabalí, las ocurrencias infantiles de la secta se esfuman. Solo un demente puede justificarlo, solo un desequilibrado no compartirá la obligatoriedad de cazar para intentar minimizar la posibilidad de otro accidente.
Deberían pagarnos por cazar. Debería venir a la caza todo el montante de subvenciones que van a las asociaciones ecologistas y animalistas. Es una vergüenza que con nuestros impuestos estemos cebando, en general, a una horda de “chupones ineptos” que tienen en el punto de mira al mundo rural y a todo lo que huele a tradición. Se me revuelven las tripas cuando pienso que sectarios del pelo de Ecologisras en Acción, WWF, el Fapas o la Seo Birdlife viven de mis impuestos. Si por mi fuera, ni agua...
Viva la caza. Long life to hunting.
