Un perro de una rehala perdido después de una montería en Talarrubias, con microchip, con collar con teléfono, marcado con pintura de su rehala…y la maquinaria de las mafias animalista se pone a funcionar. Da igual que su dueño se esté matando en buscarlo, ellos saben que un perro de caza es dinero fácil para la secta, así que a robar. Es fácil entender ahora que no aparezca ni un solo perro de caza extraviado. Basta mirar estos comentarios de un grupo animalista de hoy mismo, hasta desde Paises Bajos pidiendo que se los manden. Roban a las claras, como solo los delincuentes hacen, con comentarios como “quitarlo del medio y nunca jamás de los jamases devolverlo” y perlas semejantes. Por suerte de vez en cuando también aparece la excepción entre ellos, reconociendo que hacer eso es robar y que lo que debe hacerse es devolverlo a su dueño.
En su orgía sectaria y demencial, aliñan el guiso con mentiras que solo pueden creerse descerebrados y nulidades radicales y extremistas, que es lo que realmente son. Según ellos las marcas de pintura en los costados de los perros de rehala son quemaduras. Ante alguien que dice o se cree algo así, no cabe el punto de encuentro, solo sirve la tolerancia cero. El mundo de la caza, el mundo rural, la sociedad…debe plantar cara a esta banda de chiflados, debemos ir abiertamente contra ellos y los políticos que los sustentan y tapan, debemos abandonar ya la condescendencia, está claro que así no se arregla nada, a la vista está. A partir de ya ni un paso atrás, debemos defendernos por las buenas o por las malas, esto de poner la otra mejilla debe acabarse, tenemos todo el derecho a defender lo nuestro de esta chusma. No entiendo como las fuerzas de seguridad ante tanta evidencia no toman cartas en el asunto…
Tolerancia cero con el ecoanimalismo y todos aquellos que los protegen.
Viva la caza. Long life to hunting.
