Vaya problema que hay en las entrañas mismas de la caza. Entre los puristas y los que han sido contaminados por el ecoanimalismo radical, el caso es que hay una pérdida de identidad cada vez más preocupante. No me canso de decir que la defensa de la caza pasa por el aprovechamiento de la carne de monte. Ante una pieza que acaba servida en la mesa se terminan los argumentos contra nuestra actividad. El “cazo y me lo como” a modo de ecuación, es una vacuna contra los anticaza infalible, éticamente impecable, intachable. Es por ello que me “santiguo” al comprobar que tenemos dentro a quien no lo entiende así, inclinándose hacia postulados donde por ejemplo el trofeo es más importante que el aprovechamiento gastronómico. Que si es pequeño, que si no está cumplido, que como matas eso…sin caer en que por encima de todas esas consideraciones está que van a acabar servidas en la mesa o convertidas en riquísimos embutidos, el mejor de los trofeos sin ninguna duda. Siempre que sea legal, claro está, jamás se me ocurriría decir nada a quien abate un animal que se va a comer, al contrario le felicitaré, habrá demostrado ser un cazador de verdad, una decisión completa respetable. Y es que como me recordaba nuestro amigo @diegoalvarez.mz antes se solía decir “los cuernos no se comen”, algo que siguen diciendo los cazadores nórdicos dando valor a lo que realmente lo tiene.
De Diego es este bonito corzo que ya ha pasado a la mesa. Enhorabuena amigo. Viva la caza. Long life to hunting.