
¡¡¡Papito llévame al xabalín!!! le repetía a mi padre como una carraca. Mientras, mi güela Honorina, como si fuera el eco, replicaba una y otra vez: “ni se te ocurra llevar al nenu con lo friu que está”. Al final me quedé en casa, entre lágrimas, pasando el día asomado a la muria esperando que llegara a ver si había matado algo. Aquel día, en la Collada Arniciu, se hicieron con un jabalí, todo un logro en aquellos años. Muchas escopetas, pocos rifles, pocos perros y menos jabalíes…sin duda otros tiempos, tiempos de grandes cazadores donde el esfuerzo iba a la par de la escasez de jabalí.
Viva la caza. Long life to hunting.