¡¡¡Gracias amigos, gracias!!!
Nevaba fuera y los cristales de la cocina estaban tan empañados que no dejaban ver el prado del Tornu. La chimenea bien atizada y la cocina de carbón con la olla hirviendo sobre la chapa de hierro. Allí entre vino calentado acabábamos reuniéndonos la mayoría de la juventud de Orlé y es que mi amigo Julio el de Esther era una de esas personas que hacen hogar. Era un cazador de verdad, de escopeta del 16, de liebre a la vuelta y jabalí con cartucho bala, de tertulia y libros. Entre el montón de revistas que se apilaban junto a la ventana, aquel día una me llamó la atención, era el número dos de una nueva publicación, el Caza y Safaris. Desaparecieron al instante las risas y el vino calentado, entrando de lleno, sin tan siquiera sentarme, en el repaso atropellado de aquello que tanto había soñado, una revista volcada en la caza mayor, tanto nacional como internacional.
A partir de ese instante el Caza y Safaris fue llegando a mis manos mes a mes, como una ventana a esas aventuras que todo cazador sueña alguna vez con vivir. Reconozco que a pesar de contar entonces con poco mas de catorce años la pasión por la caza y las armas ya había hecho de mi todo un “friki” inmerso en catálogos originales y revistas americanas. Disfrutaba entonces con el desaparecido Santaballa, igual que ya lo había hecho con las de Escobedo en la antigua Caza y Pesca. La inercia de la acogida trajo otras y poco a poco los quioscos fueron llenándose de letras para el cazador.

Y así empezó “En la recámara”, un consultorio que mes a mes iba contestando las dudas que nos enviaban los aficionados. Luego vinieron artículos teóricos, finalmente las pruebas. Caza y Safaris, la que siento como mi casa desde hace mas de diecisiete años, me ha permitió disfrutar haciendo lo que mas me gusta, sin haber censurado jamás mi libertad de expresión, crítica y reflexión, algo nada fácil de conseguir cuando la publicidad es la que manda. Impresa queda la prueba del reto, mi particular lucha por poner luz a un tema poco conocido por el cazador español, la parte técnica del equipo.
Ahora que desaparece la versión escrita me pregunto si habremos conseguido algo, lo desconozco, uno nunca sabe a ciencia cierta con que fuerza lo escrito finalmente llega al lector…pero eso si, le aseguro que la ilusión por el reto permanece intacta, la misma que cuando llame a Juanjo, idéntica al instante que abrí por primera vez el número dos de Caza y Safaris en casa de mi amigo Julio el de Esther.
Gracias amigos. Viva la caza.