Me lo cuenta desde Grado, Asturias, mi amigo Miguel Fernández Freije. Nunca el control del lobo fue tan necesario, el mundo rural se vacía y la presión del depredador sobre la ganadería solo incrementa el problema.
Nadie pide extinción, solo un control que haga posible la convivencia entre hombres y lobo. Viva la caza. Long life to hunting.