Usted seguro ya sabrá de mi gusto por las armas blancas. En cualquier jornada de caza medito tanto sobre el arma, calibre y óptica, como sobre el resto de complementos: gorra o sombrero, canana o caja, cuál de las varas, las botas, la chaqueta, y por supuesto que cuchillo o navaja. Entre estas hay una que me acompaña en más ocasiones que el resto, la Cudemán MT-4.
Me la regaló un seguidor al que ayudé a encontrar a sus perros perdidos, convirtiéndose en una de mis favoritas posiblemente entre otras razones por el hecho que la hizo llegar a mí. El perro de un cazador es mucho más que un perro, es un compañero con el que compartimos algunos de los momentos más intensos que podemos vivir. La pérdida es una tragedia en toda regla y por ello presto mis redes siempre para intentar recuperar un perro perdido…faltaría más.
La Cudeman MT-4 es una navaja muy robusta, imponente, con una hoja en acero Böheler de 97 mm de longitud y 3 mm de grosor, cortante como un bisturí. El pulsador del seguro está en el extremo superior trasero, con agujero para cordón. Su peso es de 186 gramos. Inicialmente mí MT-4 venía con cachas de olivo que cambié por unas en resina de color blanco.
El aspecto no fue el que buscaba, con un tono que las acercaban más al cuchillo de un pescadero que al de un cazador. Decidí entonces cambiarlas de nuevo. Barajé el nogal, el tejo, el marfil…tenía que ser algo especial que empastase con el acero y el cuero de forma rotunda, distinto, con mucho significado para mi. Me acordes entonces de aquel esqueleto enorme de jirafa, ese animal imponente que representa como pocos lo que es África, esa esquina del mundo que se ama desde el mismo instante que se pisa. El resultado repleto de significado sin perder un ápice de su identidad. Cada vez que salga de la funda no me podrá gustar más.
Viva la caza. Long life to hunting.