ESTELLER CAMPAÑA 23

La media veda marca el ritmo vital del cazador



Pocas son las fechas que marcan tanto al cazador como la media veda. Volver de nuevo al campo genera un ansia que a mí, a menos, me quita el sueño. No son ni la cantidad de lances o el número de capturas, es simplemente volver a caza.


 Este año se presentaba distinto. Los cachorros de bretón abrían un horizonte de codornices y patos que otros años acababan por ser modalidades huérfanas, incapaces de rematarlas como es obligado. Cazar codorniz sin perro de muestra o tirar patos sin perros de cobro, acaba por chocar con nuestra ética de cazador ante la dificultad para recuperar la caza abatida.


 Cambié también de arma, pasando de mis habituales yuxtapuestas a la Pasión, la semiautomática que tanto ha cambiado mi rendimiento en caza menor. Y es que el romanticismo de una paralela choca con la eficacia de las “repetidoras”, facilitando el apuntado y la repetición.


 Y metido entre juncos y aneas, con el agua a punto de rebosar las katiuscas, la oscuridad va cediendo al sol inminente. En los oídos los tapones Lep-100 de Peltor para proteger la salud auditiva..


 ¡Por la derecha Michel! me canta Goyito. Y por fin tomo los puntos al azulón que viene como un misil a tirarse en el chavarcón que cubrimos. Lo tapo hasta perderlo y tiro del disparador. Baja tocando el agua con ese pelotazo tan indescriptible...como para no marcarme el ritmo vital la media veda.


 Viva la caza. Long life to hunting.




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