
Tiempos complicados toca vivir al campo. La lejanía de las formas de vida ligadas a él han acabado por convertir a la sociedad en una masa que nos ve con malos ojos. Las políticas “anti” han hecho bien su trabajo. Con la mirada puesta en el futuro, que ya es el hoy, han colonizado los medios preñando con su mensaje. Su única baza para convencer: la muerte. A partir de ella la mentira para que todo lo que no sea su propio mensaje sea malo. Parece imposible que un hecho tan natural como la propia vida esté acabando con todo aquello que no signifique artificialidad y sea urbanita. Si matas eres malo, como si toda la carne y el pescado que consumen llegaran a ellos por una vía distinta, como si los cerdos y los pollos se encaminaran bailando al matadero cantando una de Disney. Y es que es en este punto concreto, cuando la mesa entra en juego, donde se desbarata su teoría, donde se les olvida la doctrina, donde a excepción de unos pocos radicales, el resto claudica. Ante un buen chorizo o ante una buena cecina, se acaban los complejos, ya no somos tan malos, ni mucho menos criminales. No hay mejor forma de convencer, de luchar por la caza y el campo, no hay mejor manera de demostrar respeto por la pieza cazada o por el animal criado. Hoy me levanté con ganas de rebeco y me puse manos a la obra, sin duda todo un manjar.