Las cigüeñas se han convertido en un azote ante el que el ecologismo calla. Estamos en un país donde si una especie se define como protegida ya no hay marcha atrás. Los proteccionistas entienden la protección como prohibir y prohibir, chupar y chupar. Todo les vale para intentarlo...tortola, codorniz, perdiz, conejo. Siempre el mismo esquema, si les da dinero publico: a por ello, aunque signifique acabar con el medio rural, ejemplo claro del lobo. De las especies realmente amenazadas callan, verá como ni una palabra del urogallo o de los sisones. Con estas especies, que son con las que deberían centrarse, chupan lo que pueden y silencio. Mientras tanto las cigüeñas siguen arrasando, poniendo en peligro especies protegidas, sin que ni Administracion ni proteccionistas se atrevan a pedir un control de su población. Sin duda un gran ejemplo de la hipocresía del ecologismo.
Viva la caza. Long life to hunting.