...me decía mi amigo Luisín mientras hablábamos sobre las osas de esta semana pasada. Es verdad, la idiotez se ha convertido en lo normal, el encabezado es toda una realidad. El pulso marcado por el extremismo anticaza ha conseguido que definitivamente la sociedad se haya vuelto “gilipollas”. Hombre no digo que lo de las osas sea para alegrarse, pero de ahí a convertirlo en una tragedia, con más repercusión que si hubiese muerto una persona, dista un trecho muy largo. Parece ser que uno de los casos ha sido en defensa propia y otro un accidente, pero eso para la banda de radicales no importa, para ellos es la excusa perfecta para criminalizarnos un poco mas. Darse una vuelta por sus comentarios revuelve las tripas a cualquier persona normal. Al tratamiento de humanos para los plantígrados, con esquelas incluidas, le sigue la petición repetida de la prohibición de la caza. Mucha pasta mueve el tema, es fácil aborregar al ignorante tocándole el corazón aunque sea todo una mentira. Miles de accidentes con especies cinegéticas, algunos incluso desgraciadamente con el resultado de muerte, y estos “comediantes” pidiendo que se prohíba la caza porque se ha matado un oso por accidente, cuando hemos sido precisamente los cazadores los principales actores en la recuperación de la especie. A ver hombre que no pasa nada, que el oso no está en peligro de extinguirse por estas dos, al contrario de seguir así lo natural seria plantearse comenzar a cazarlos en poco tiempo. Hay muchos, muchos, cada vez mas y lo saben aunque escondan el numero real. Si se rasgan las vestiduras que se las rasguen, tanto hacerles la comparsa a estos “cantantes”...con las cosas que se ven. Ya verá usted como el día que un oso mate a una persona no aparece ninguno de estos responsabilizándose. Cuando se pueda cazar con todas las garantías de que no peligra la especie, debemos luchar por hacerlo, generaría riqueza que debería repercutir en zonas que tanto lo necesitan. La pena que tengo es pensar en los momentos tan duros que deben estar pasando ambos cazadores, tratados por la secta con mas saña que a terroristas, sin respetar su derecho de inocencia. Por lo que a mi respecta, como dice Luisín, ni todos los osos del mundo valen la vida de una persona. Ojalá algún día se puedan cazar y me digan por la emisora: prepárate Michel que te va el osu...
Viva la caza. Long life to hunting.