Arrancamos el sábado con una batida vintage en la Sinariega, un homenaje a los cazadores de antaño, una fiesta en realidad alrededor del jabalí y las batidas.
Allí con Miguel Rosete y un nutrido grupo de cazadores y monteros, salimos a la echada de la Peña, dando vista al Sella y con los Picos de Europa de frente, con pana y escopeta. La suerte nos vino de cara y pudimos jugar un lance con la Ego de perrillos, finalmente la única pieza lograda, todo un éxito teniendo en cuenta la dificultad y el espíritu de esta jornada, calidad frente a cantidad.
El domingo amanecimos cerca de León, dispuestos a echar el día con los cazadores de La Seca, menos de treinta socios entre los dos cotos que la componen.
Se trata de una sociedad humilde, bastando decir que el puesto para esta cacería costaba 20 euros...con la cena incluida.
De nuevo la suerte vino a acompañaros, consiguiendo un gran verraco, traído desde muy lejos por un grifón azul de Gascuña bien conocido por mí, el Tell de mi amigo Fidel.