“Me llaman unos vecinos que tenían una corza en el gallinero. Había saltado la alambrada. Estaba preñada y como buen cazador opte por ponerla en libertad ¿Que harían los ecologetas en este caso?”, nos dice nuestro amigo Manel de Piñeira . Buen trabajo amigo, en sus manos hubiese acabado dentro de una de esas alambradas que ellos llaman Santuario, con petición de ayudas y subvenciones para cuidarla incluidas. Nadie quiere y cuida tanto del medio natural y sus criaturas como un cazador. Viva la caza. Long life to hunting.