Lo triste del caso es que siempre son los mismos los que acaban pagando los platos rotos. Contra las teorías que se toman como dogmas, usadas para justificar el “no-pago” de daños, viene lapidaria la realidad a dar la razón a aquellos que viven del campo pisándolo a diario. Ahora resulta que ya no hay duda, los buitres matan, como vienen denunciando tantos ganaderos que veían como se cebaban de sus rebaños y nadie hacía nada, haciéndoles incluso quedar como mentirosos.
Alguien deberá tener la valentía de asumir el problema y darle solución, aunque visto el complejo y la falta de compromiso de la clase política con el mundo rural, cuesta tener optimismo. No sé si es la falta de muladares, la retirada del ganado muerto del campo o simplemente un exceso de buitres, pero lo cierto es que sea como sea quien no puede “pagar el pato”, bajo ningún concepto, es el ganadero.
Basta ya de cuentos, el rural está tocado de muerte, son ellos quienes realmente están en peligro de extinción.
Tolerancia cero con el animalismo y el ecologismo radical, no hay peor lacra para el mundo rural.
Viva la caza. Viva el mundo rural.